Alemania es ya para muchos el país más pudiente de la Unión Europea. Para otros, una nación donde sus habitantes sacian su hambre con salchichas inmensas y su sed con cervezas contenidas en jarras de litro. Para algunos otros, el país de Hitler y del nazismo.
Lo cierto es que estos prejuicios condicionaron un primer aterrizaje que realicé en esta nación impregnado de temores y prejuicios acerca de todo lo que la gente aseguraba que me iba a encontrar, hace ya cuatro años.
Si he de definir brevemente Alemania, contraponiendo los prejuicios que anteriormente mencioné, diría que una tierra antigua y renovada. Que ese contraste, precisamente, ha dejado una huella imborrable en sus construcciones y calles.
Alemania, si bien ofrece hoy en día, buenas oportunidades laborales -al menos mejores que en España-, atraviesa una crisis económica considerable ya desde hace 4 años -la cual muchos achacan a un despilfarro en subvenciones unioneuropeístas-.
También mencionaría que no todos los alemanes comen salchicas y que, por el contrario, el vegeterianismo causa furor. Y que esas jarras de litro, por cierto, son una costumbre regional, más concretamente de Baviera.
Por último, el tema de Hitler, la Segunda Guerra Mundial y el nazismo es un tema de pesado complejo para los alemanes, lo cual se deja fácilmente entrever cuando la palabra Hitler o nazismo saltan impertinentes en una conversación. Y remarco impertinentes, porque el primer consejo si hablas con un alemán es: no menciones este tema, a menos que tengas mucha confianza con tu interlocutor.
Alemania es una tierra que esconde muchos tesoros que desvelar y muchos prejuicios que desmentir. Y de eso tratará nuestro blog. ¡Bienvenidos y que disfrutéis de la lectura de este blog!